Hoy quiero en serio mirarte
justo a los ojos, para decirte:
Que no puedo y no quiero dejarte
llevándote mi amor antes de irte.
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Que no volveré a tus brazos.
Que me he ido de verdad.
Quiero mitigar tus rechazos
y ya se me acabó la bondad.
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¡Mis heridas son mortales!
Ya yo no vuelvo a tu desamor
y no es por asuntos morales,
es que, en serio, me mata el dolor.
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¡Todos los días yo luchaba,
para no hacerte la llamada!
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Me cuesta mucho creerlo,
pero has sido muy ingrato.
Si mi amor querías tenerlo.
no era para pasar un rato.
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Es que yo no soy mujer,
sólo para un instante.
Y yo si te supe querer,
con un amor constante.
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Ya no quiero nada contigo,
ya que mi amor no mereces.
Cerré de mi puerta el postigo;
para evitar tus mil reveses.
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No te odio, yo no sé odiar.
Sólo espero nunca me hables.
Ya no te quiero ni mirar
y hoy mi corazón es un sable.
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A los hombres como tu,
hay que dejarlos correr.
Un día los verás con dolores
y no habrá nada que hacer.
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¿Cuál ha sido tu ganancia?
Si fuiste marioneta de mi afán.
Yo satisfice en ti mis ansias
y, a ti, te hará falta el diván.
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Yo, las maneras de sanar,
las tengo yo bien claritas.
Con amigos cantar y bailar
y a misa en las mañanitas.
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¡Gracias por venir a quererme!
Pero, sabés, ya no te quiero más.
Nunca volverás a tenerme
y tampoco me verás jamás.
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¡Mi ida fue la final despedida,
Y no me verás más en tu vida!