Invierno, qué suerte
el estar despertándome algo
animal en los genes
de este vago
tanto inquieto que se extraña
ya de todo
lo que no es exacto.
Está del coco
a las vueltas como un astro,
y al galope
tendido en el tendal de situaciones
a secar sus sinsabores
repetidos hasta el trance
molestando no, a ninguno...
Su orquesta interna suena invicta
(me pierdo ya de paso) y vibran
los cimientos...
Nos haríamos los dueños
de nosotros mismos
si no fuera que tu dios bajase aquí
a ver batallas en la tele
cuando lo echan de los programas
a comprar papel para sus flemas
y no más romances: qué lo aterran
como si fuera un tanto estúpido
pero nada de eso
PERORATA EXCESO.
Pero rata no es (yo tampoco)...