Has decidido cerrar la boca,
los ojos
y los oídos,
cortar toda posibilidad de estímulo.
Así, con las puertas del cuerpo selladas,
en tu interior
se enfriará la sangre
hasta pararse.
Has aislado tu corazón.
No sufrirá más.
No sonará ningún tic tac.
Muda, ciega, sorda, muerta
vagarás.
Ni siquiera le podrás oír decir:
Siempre te querré.