Sentada en mí… cabalgándome…
Oh, cómo me encanta que
su cuquita roja, empapada y blanda:
¡me encierre! ¡Cómo me golpea!
¡Cuánto! ¡Cuánto! ¡Cuánto!
Oh, ese su pantano sutil…
Tan negro, marrón y rosado…
¡Ay, su cuquita cómo me rodea! ¡Qué calor!
¡Así todo alrededor me parece rojo, jugoso, blando!
Saltando sobre mis caderas, yo amasaba
sus abundantes tetas que bamboleaban
en el aire sin más ley que la de gravedad…
¡Ah, su pupucita cómo me desenfrena!
¡Cómo me entierra golosa ¡pupusa jugosa!
¡Ah, su pantano! ¡Mío es! ¡Oh, su pantano!
¡Todo es blando, rojo y zocado!
¡Cuánto! ¡Cuánto! ¡Cuánto!