Despacio y sin piedad, el dolor me devora
no hay llanto ni lamento pues no tiene sentido,
he sangrado mil veces de manera invisible
sin que exista un puñal que profane mi piel.
El tiempo va de prisa como un auto sin frenos
mientras yo sigo erguida luchando por la vida,
secando alguna lágrima que inquieta se desliza
y al temor de ser vista se oculta entre la sombra.
Los años van sumando ya van más de seis décadas
a veces me detengo a pensar en la muerte, no hay
mucho que pensar porque es inevitable, cuando
llegue ese día sabré si tengo miedo, o quizás alegría.
Cargando con las sombras que sin querer me arropan,
muchas veces son grises y oscuras, como pozo sin fondo,
aquí estoy de pie, triste, fría y temblorosa ante el precipicio,
y pienso que, un soplo de brisa bastaría para estar en las nubes.
Hasta que ese día llegue soy dueña de mi vida
con errores y aciertos la he visto transcurrir,
y si el destino es ley, mi alma así lo acepta
soy dueña de mis sueños y siempre serán míos.
María B Núñez