En estos días ingobernables
de bolsillos vacíos y sonrisas llenas,
de arroz con pan duro
y cielo azul,
en la incertidumbre de los días por venir
viaja mi esperanza
entre la poesía y lo cotidiano.
La ropa tendida en las ventanas sucias de mi barrio
en las que aún crecen flores.
La búsqueda de mi reflejo
en un caleidoscopio gris.
Pero alguien me despierta
alejando a mis demonios
y os veo luchando a mi lado.
Con mariposas entre las costillas,
o a veces temblando
como el humo de un cigarro,
con los ojos llenos de historias
que nadie ha escrito.
Y os veo reír,
aguantar de pie y soñar despiertos,
en esta edad de comprender un mundo
tan hermoso como ennegrecido,
y a veces odiarlo.
Y ahí en vuestras miradas,
en lo efímero de la eternidad incierta
de compartir estos años
destinados
a convertirse en un grito en el vacío,
hasta en el invierno de mis días
más oscuros
y en un piso con vistas a ciudad
soy capaz de ver el mar.