Fernando Endara

DESVARÍO

Impávido y torpes canales veo en el atardecer,

se dibuja el extraño respiro de la amada

en aquellos  grandes ojos mórbidos sin el brilla de la luna.

 

Las  almas se  pintan de locura,

listas para construir y desbaratar estrellas,

miro furibundos destellos de quicios estremecidos,

hundidos en la servidumbre de una sonata sin compás.

 

Dorada mitra  tiñe el firmamento,

ahí desaparece el espléndido pórtico del cielo,

esa atmósfera ardiente de impiedad,

sin aliento de la brisa fresca, cual devorante espuela.

 

Aliviaré gimiendo mis dolores,

con la frente marchita de palidez mortal,

abrasaré la nacarada espuma,

al compás de la música disonante.