El rico come pan duro
cuando ha llegado al umbral
y orando en la catedral
su pincel macula el muro.
El ñu traspasa el ojal
en la saeta del pobre,
la mucha lana del odre
dentro del cielo es banal.
Sin imprecar el conjuro
ante la ley celestial,
las riquezas del mural
tienen infierno seguro.