No hay provocación más pura y resignada
Que el lento andar de tus caderas que enamoran
Y es que quisiera huir y alejarme de ti casi corriendo
Pero el sabio sentimiento me detiene.
No puedo amor permitir a mi mirada que se esconda
Si tras de ti se va desenfrenada
Como quien persigue raudamente a un ser divino
Porque sabe que inevitablemente te llevara a la gloria.
- Rafael Blanco -