Desde mañana comienza la cuenta regresiva para cumplir 18 años, 27 días, solo eso. Suelo fastidiar a mis seres queridos y preguntarles que es lo diferente, que hay de interesante, pero me responden con es “solo un número”, tan solo eso; la verdad no es así, al vivirlo en carne propia puedo sentir mi crecimiento personal, las elecciones de mi vida y el redirrecionamiento de mis sueños, el cambio de mis anhelos por algo más seguro y siento que la vida se agota y tus padres no saben cómo aliviar tus miedos, no pueden estar ahí para siempre, y debes comenzar tu “etapa adulta”. Mis padres nunca fueron jóvenes, mataron sus sueños por algo “más seguro” y es lo que me atemoriza; nunca pensé vivir más de 15 años, tenía el presentimiento de morir pronto, pero no sucedió y tengo miedo, le temo al futuro que tanto idealice en mi mente, ese que todos gritan cuando eres pequeña, la supuesta “independencia”, el “amar” y vivir con esa persona, “el crecer”; aunque, sé que sobreviviré a todo, no quiero quedarme con el “si quizás” en la boca, o el “puede que sí” amarrado entre los labios, no tengo ni idea de lo que sucederá con mi vida.
Una tarde hace ya algunos años, mi padre se sentó a mi lado, me compro un helado y me dijo:
“cuando cumples 18, se supone debes ser mayor, sin embargo eso no es así, tendrás que tomar las riendas de tu vida, tomar tus decisiones, aceptar que te equivocaste, pero no debes morir por eso, a veces los errores te van asfixiar, pero recuerda que vinimos a este mundo a ser felices y si no eres feliz con lo que la vida te entregue, serás miserable y tu vida se pintará de gris, pero tú tienes mucho color Samy y debes repartir tus colores al mundo”, una semana después, llego a casa desecho, borracho y lleno de marchas que hasta para una niña de 11 años, sabía que era un intento de suicidio.
Nunca entendí como dos seres que me trajeron al mundo terminaron así, jóvenes y perdidos, mi padre jamás dejo de ser joven, nunca “maduro” y aun le teme al crecer, tampoco fue lo suficiente valiente como para aceptar que tenía una familia, o el hecho de que no quería a mi mamá, nunca la dejo libre. Lo hijos no cometen los errores de los padres y yo sé que será así, pero quiero vivir, quiero amar, quiero tener algo tan puro, intenso y romántico, y sobretodo feliz.
Así que escribo esto como recordatorio a mí misma, Samantha o quien seas, con el título que tengas, SE FELIZ Y BRILLA, tu alma abunda de colores, siempre apunta más allá de lo que pueden ver tus ojos, nunca te conformes, sueña, grita, corre, ama, crece, pero no te rindas, el mundo da miedo y las cosas también pueden ser grises, pero recuerda, tu eres la única que puede darles color a las cosas. Y viniste al mundo a ser feliz.