Mirando por la ventana
sentada en algún sillón
veía gente llorando
sin ton ni son,
sin corazón,
sin compromiso y sin razón.
Mirando allá desde siempre
sabiendo lo que perdí
cuando dejé mi Argentina
volando para vivir,
a mudarme con apuro
al país de Canadá,
me fuí paseando temprano
mientras mi vida encontré
enredada en tantos lloros
que de pronto me asusté.
Por qué si llorando sola
me presiento envejecer
no me busco compañía
para gozar el placer
de mirar por la ventana
lo que queda por hacer
si me aflijo sin motivo
cuando llorando me ven.