Besos sin jaulas
Un beso dado sin placer es como un parque sin columpios, algo así como un sentimiento castrado, por eso se decreta por ley a partir de hoy:
Que los besos se den sin jaulas, que vengan a cobro revertido, que viajen por tu boca sin taxímetro, que las hipotecas sean entre lenguas.
Que duren mil minutos pausados, que sean certeros como kamikazes y doctorados en altas cilindradas, que sean todo menos aburridos.
Que sean festivos y laborables, que suturen corazones rotos, que los puentes aéreos sean de ida y vuelta entre dos bocas.
Que tengan detonador y revienten las tristezas, que no paguen peajes y sean como cheques al portador.
Que no dejen sabor agridulce, que sean declarados fiesta nacional, que un beso sea una trinchera intima entre dos cavidades orales.
Que nunca se guarden,
que nunca se pierdan,
que siempre se encuentren,
que siempre se gocen.
Que sean eso, dulces, intrépidos, valientes, atrevidos, únicos, húmedos, placenteros, románticos, inolvidables, ardientes, perfectos y sinceros.
Pienso que un beso debe tener sabor a dame otro, despierte todo lo que está dormido y de la sensación de sentirte eternamente joven.
Besar-te es sentir el fin de semana en tu boca, como quien encuentra la sucursal del cielo y del infierno recaudando fondos de felicidad.
Ahora se porqué tus besos tienen detonador, porque al activarlos revientan todas mis tristezas.
Ojalá tus besos se conserven en el tiempo como frascos de inagotables pasiones.
Porque si un día no siento tus besos simplemente estaré muerto.
Jordi Etresi
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