Yamel Murillo

SELECCIÓN NATURAL

 

Aún somnolienta del sexto despertar
mi Dragón Nocturnante me rodea salvaje.

Reprocha los minutos anteriores.

Vuelvo en mi...

Potente me somete bajo sus garras. Me toma por las cachas, arrojándome sobre la cuchilla a desnivel de nuestra rústica cornisa...
yo le miro titubeante pero fluvial y afirmativa.

Forcejea con mis obstáculos para dejarme caer lúbrica encima de su trono de palo santo, tallado con ferviente unción por mí.

Introduce la cabeza de su rótula a mi galope, con la de su puño me va cavilando los labios
y de su tercera me alimenta.

Suavizo diligente su quemante gubia
al ritmo de la escala vertical...
Premia mi constancia brotándome su resina cítrica y turbia para embadurnar la dócil escopladura, tan abierta antes de su estocada final.
Él hace rotar cualquier posibilidad.

Una luz poco apta e insegura en sus diminutos grises conforma una ordinaria imagen exterior.

Buen intento...

No obstante, no logra distraerlo de mis molduras rollizas, brutales, enrojecidas;
se agitan embestidas por sus diez huellas.

Se aleja sólo unos segundos cateando la cavidad dilatada y se arroja intempestivo dentro de mi ángulo agudo y perverso.
Me mantiene sostenida y por completo ocupada y urgente por todos mis extremos.

Resiste la estructura chirriando nuestros movimientos.

Me contraigo. Él se eleva de pronto,
cuando le caigo rendida
para sentirlo exhalar mi rostro
desbordado en su cerina clara...
Saboreo hasta la última gota del manjar buscando su mirada.

Me rompe, cuando rompemos al silencio.

Enredado, permanecerá inmerso en mí a lo largo del común dormitar.

 

 

Aunque podría ser así,
o de ningún modo

si prefiere otear fuera.

 

 

 

Yamel Murillo 

 

 

Humedales.

Amantisimos©

D.R.
29/04/2018©