Se diría que hay un hombre allí, con su fragor,
con la voz desde sus hombros,
con su palabra como un aura,
que no se oye ni se ve;
Se diría que va arrastrado en su sandalia,
con su momento atroz, en diminutivo,
transparente, insignificante, muy pequeñito.
¡Muy económico!
¡Si..! Hay un hombre allí,
que lleva la salud en el bolsillo y en una pena
porque no le alcanza;
En este mundo donde no es suficiente el sudor
por litros, ni la sangre a cubos,
va con su dura fe
y un carajo, como un diamante
que late en sus cerradas manos.
************
Se diría también, que hay una mujer
que se levanta en simultaneo con su conciencia,
por encima de su pena metalúrgica,
con la luz como mariposas entre sus manos
y su gran pezón de la dulzura;
Sangre de la vida, piedra de la vida,
almohada de la vida.
¡Boca, muslo, pecho, sustancia de la vida….!
Hay alguien de quien nací,
bajo el arcoíris de su ojos
y el acordeón de sus mejillas,
que me ha dado la hierba de la gracia
de sus fértiles montañas,
en el minuto del hambre
y bajo la sombra de sus miedos.
¡Hay alguien que me habita y me acerca en el aire
-con todo su cuerpo- el paraíso!
************
Y entre ellos hay una niña que pasa de prisa
como mariposa resbalando con el aire,
menuda, frágil,
dulce como un campo de vendimias,
con los ojos llenos de luz y tristeza floreciente;
La vida lo lleva con sus vientos,
por los volcanes y sus ciénagas salvajes
hacia adentro, forcejeando
con una suerte
que solo dios sabe y determina
en el fragor de sus heroicas mañanas;
Hay una niña sentada en mi costado.
¡Me ha abrazado el corazón,
con el estanque de luz que son sus ojos!
Y nadie más me hace las frutas dulces
con el agua fresca de su sonrisa.