Olvidados ya de toda inteligencia
bromeemos sobre el aspecto diametralmente
opuesto de todas nuestras ruinas, abolengos,
castas inextricables, sangres opulentas, sí,
rayos que atraviesan igual las manos
que las cortezas inmensas de los árboles.
Olvidados ya de toda sabiduría
formemos nuestros ejércitos para el combate
caractericemos sus afanes absurdos y ampulosos
insuflemos vida a nuestro viejo Satán.
Hasta yo, que nunca le tuve miedo, ahora
tiemblo y me doy con los macizos y los parterres
de flores, tumbo el hocico para llenarme
de su inquebrantable aroma vespertina.
Olvidados ya de toda inteligencia
vivamos en las calles, con sus infinitos
drenajes de tejados y sus formulaciones
de sal-.
©