De bellas mariposas
se adorna la cañada
con mágicas guirnaldas
de espléndido arrebol;
y el verso que enamora
florece como un nardo
con ese regio encanto
de celestial color.
Con luces policromas
De tul se viste el alba
trayendo la sonata
que abriga el corazón;
y grupos de gaviotas
me traen del parnaso
efluvios de amarantos
que pan los cultivó.
La brisa cadenciosa
humedece mi cara
con su gota argentada
que da la sensación
que son de amor las rosas
que besan con cuidado
los sueños que emanaron
con cálido candor.
Las nubes vaporosas
pasean por las pampas
con la sublime magia
que ofrece la ilusión,
de ser las bellas novias
que oníricos centauros
robaban en sus raptos
de manera veloz.
Y miro la paloma
por siempre enamorada
del palomo que canta
su trino en tierno do;
y tímida y preciosa,
le ofrece con arrullos
el más divino aplauso
con sacra devoción.
La tarde silenciosa
cuajada de esmeraldas
observa la calandria
que ya su vuelo alzó;
y escucha que su trova
palpita en todo el campo
como si fuera piano
que toca un trovador.
Horizonte desborda
con gajos de esperanza
vestidos con las galas
del regio girasol;
el tiene en su corola
de luz hermoso faro
que brilla con los halos
que inspira mi canción.
Sintiendo que me brota
del alma la nostalgia,
mirando que se marcha
del día su fulgor;
recuerdo que otra aurora
traerá su nuevo rayo
salido de un geranio
que del amor nació.
Autor Anibal Rodríguez.