Antonio Rodriguez Bazaga

CULPABLES.

 

Juntos apurábamos,
las últimas luces,
de una tarde que olía,
a tierra y verano,
donde las rosas,
eran más rosas,
y las sombras,
más sombras.

Sobre la parda tierra,
tumbada a mi lado,
aquella falda tuya,
mecida por la brisa,
como bandera atrevida,
desvelando misterios,
allí donde acababa,
y empezaba mi deseo.

Su corazón de amante,
recóndito secreto,
guardaba para mí,
el ritmo clandestino,
de entrega y apetencia,
latiendo entre dos montes,
de cima plateada.

Su vestido desliñado,
mi cuerpo…
… desnudo entero.

Mis brazos tentaron,
el gozo de sus caderas,
mis manos buscaron,
el contorno fronterizo,
en ese afán de falda y tela,
lleno de misterio y cautela.

Hicimos el amor,
en mitad del viñedo,
de retorcidos brazos,
debajo de sus hojas verdes,
violadas por el rocío,
lustrosas de sol y viento,
relucientes de luna llena.

Hurté un racimo,
de aquella viña ajena,
y una a una las uvas,
estallaron en su boca,
los dos nos sentimos culpables.

Yo,
de robar en la viña,
ella,
de guardar en su garganta,
aquellas uvas que un día...
... debían ser vino.

a.rodríguez.