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Las flores del jardín,
suaves versos que se quedan,
canciones que llegan,
todo habla de ti,
estás aquí, en mi pecho,
no son palabras,
es mi juramento,
un beso en el altar,
la eternidad en tu mirada,
tus manos extendidas,
cada vez que me llamas:
“ven que te vas a mojar,
y si te enfermas,
me muero,
quién te va a cuidar,
véngase hombre,
no se moje,
que las flores no se irán,
estarán para siempre
en el jardín,
véngase no sea porfiado,
no quiero que te enferme,
qué sería de mí
quién cuidaría las flores”.