El viejo roble
mostraba sus heridas,
gallardamente.
Culpa del tiempo,
recuerdos acuñados
en su corteza.
Pero seguía
teniendo la figura
de los valientes.
Árboles fieros
en bosques milenarios
que bien conoces.
En sus maderas
el paso de los tiempos
dejando huellas.
Hasta unas setas
crecían a su lado
como en los cuentos.
Un musgo verde
cubría, parcialmente,
el recio tronco.
Y de las hojas
doradas de sus ramas,
surgían versos.
Risas y llantos,
promesas y susurros
en oración.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/12/20
Nuevamente sale el roble a estos versos y las \"mariposas\" atentas vuelan a su alrededor para saciar su curiosidad y libar de su sabiduría ancestral. Me vino al recuerdo ese árbol simbólico de mi tierra con las setas junto al tronco y el musgo subiendo por el mismo, apoyado en algún lugar cerrado con fincas cercanas y otros árboles, encinas, hayedos y castaños en una amalgama de romería de los bosques.