En sueños y ensueños
a menudo con afán regreso
a este lugar místico y misterioso
con la tentación persistente
para descubrir sus secretos
Al bajar la escalera de caracol,
la luz titilante de una vela solitaria proyecta
el silueta del curioso y aprensivo intruso,
revelando la puerta escondida en la oscuridad.
La entrada a este refugio de encantos.
De una apariencia árabe,
en el piso cojines grandes con sus dibujos
orientales de matices azul,
tapicerías de pared con azul sombreados,
cuyos tejidos cuentan las aventuras
de las mil noches y una noche
Una lámpara de prismas mágicas
salen rayas azules, cual un enjambre soltado
de luciernagas dementes y en pánico
en su intento en vano para alcanzar
las tinieblas de la noche
Tapada por una cortina de damasco azul
se halla una puerta de cristal,
que da a un jardín tropical de árboles
de mango, de cambur y de granada,
de follajes densos que brindan sombra y frescur,
cual velos de doncellas de un harén,
sus faces parcialmente cubiertas,
la fruta prohibida.
El esplendor de las flores y plantas exóticas,
descubiertas y bautizadas por Bonpland y Humboldt,
regalan sus fragancias que agobian el aire húmedo
y hasta penetran la misma esencia del cuarto azul
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