En un estado de desesperación,
Estoy sin lengua con un frío tan abrigado,
Mi soberbia insiste por reclamar la impaciencia defraudada,
Otra vez quien me saluda sobre la diestra y opuesta es la misma ausencia.
Tantas confesiones enteras hacia tus óleos preparados,
Un milagro poco común cuando de por sí gime la nada,
Mañana cuando es tarde a mi pasado ya más incierto,
Es un estado absurdo de desesperación.
Karma fatal y me estima por el instante,
Cuerpo verdugo atado por debajo vestigios,
El signo lascivo de la autodestrucción,
Quien pregunte sobre mi nombre le escupiré que no soy yo.
Fatiga rodeada y generosa como puños que acarician,
Que palabra nacerá para sucumbírme por ruegos justos,
Los que me piensan en lo profundo como un expulsado sin condena,
A ustedes mis odios hacia los defectos os reclamo.