En esta colina, brillan las lejanas hogueras
aquellas que tú y yo, solitarios, festejamos
como lobos en celo en noche de luna llena,
luce la luna en horizonte y el alma espera.
Nos hicimos mayores juntos y juntos
con esta inhumana costumbre de vivir,
andamos la senda contra viento y marea,
saltando las zarzas y guijarros de los ríos.
En tus dorados cabellos te ha salido una cana,
y mi frente ha crecido con el paso de los años
somos centauros, sólo un cuerpo de peregrinos,
cuerpos prodigiosos concatenados hasta su fin
envejeciendo juntos entre las mieses y el trigo
con la misma belleza que la flor de un jardín.