Hoy en estas páginas impregnadas de tristeza...
Recuerdo cuando en mi absorbente pobreza.
No tenía más que darte.
No tenía nada que darte...
Que mi vida y mis caricias.
Oh mujer hermosa, cuanto pudiera yo premiarte...
Con el mundo que todos sueñan y una vida de ilusiones y de risas pasajeras.
Ahora entre lápices y hojas,
Por fin salen las cuentas...
Si la vida me ha regalado, el brillo inmenso de tu existencia?
Cuanta felicidad buscaba teniéndote muy de cerca.
Esta vergüenza interna por haberte dado tan poco.
Quizás buscando fortunas, me quebranto entre el llanto...
He sido un soñador vago que te ha prometido tanto…
sí entendiera en mi ignorancia, que tu felicidad misma, son mis sueños de poeta.
Y aún pregunto muy confuso: ¿Por qué me quieres tanto? te doy mi vida entera y mis sueños desconocidos de mariposas viajeras.