Imaginaba que despierto estaba,
sumido en un profundo sueño,
aquel que me inundaba,
y de mi mente era dueño.
Inquieto, ansiaba del sol
un rayo de luz consentido,
para sentir su calor,
y saber que estaba vivo.
Pero me vi en el cielo azulado,
volando, volando, y volando,
con el aleteo de mis brazos,
entre las nubes blancas, flotando.
¡Qué sensación tan placentera!
Podía volar hacia la libertad
hacia donde yo quisiera,
donde indicara mi voluntad.
¡Qué bello paisaje divisado!
Árboles, montañas y llanuras,
ríos, mares y acantilados,
visto desde las alturas.
Y de repente, por inesperado
al vacío caía angustiado,
el miedo abrió mis ojos,
el sueño se había esfumado.
José Antonio Artés