La vi tan frágil, desarmada,
un desconcierto y asombro
se dejaba ver en su mirada,.
Su intención era combatir
salir de aquel pantano.
Tome sus manos tibias,
suaves, delicadas.
Se aferró a mi,
sin saber que soy la nada.
Vi en sus ojos el temor y
a la vez confianza.
Saqué las fuerzas
desde el horror en llamas.
La vestí de azul y
le puse alas,
besé sus ojos y
solté su alma,
Miré su foto hasta esfumarla,
caminé el camino de
su huella en llamas y
sentí en mi cuerpo
como su voz vibraba.
Todo iba a pasar,
lógica de la vida sabida.
Siempre llega el final,
siempre todo termina.
¿Dónde está su piel de seda?
¿dónde está su mirada serena?
Nada podía yo hacer y
sin embargo cada acto revise
para cambiar un poco algo...
Nada podía hacer y
a cada rato la extraño.
Amalia Beatriz Arzac
Buenos Aires Argentina
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