La niña de Nicaragua
duerme en la calle,
no tiene ganas de vivir,
no tiene a nadie.
El mendigo de la esquina
le cuanta cuentos
que la hacen sonreír,
los escucha con atención
hasta llegar a su fin.
La niña le pregunta
que cual es su nombre,
el mendigo se calla
y nunca le responde.
Oye mendigo, le dice la niña,
¿porqué ayudas tanto a los pobres
si tú eres mendigo
y eres muy pobre?
El mendigo le responde
que el mismo Dios era pobre
y ayudaba también
a los mendigos y a los más pobres.
¿Y si yo fuera Dios
disfrazado de hombre?
La niña se hizo mayor,
y se fue a vivir a un asilo,
a partir de entonces
no volvió a ver al mendigo,
pero siempre recordaba sus cuentos,
era su mejor amigo.
Y recuerda aquellas palabras
que un dia le dijo el mendigo:
Las gentes que se mueren,
siempre están vivas,
porque después de esta vida,
hay con seguridad otra vida,
y al reino de Dios solo entran,
los que son niñas como tú,
nunca dejes de ser una niña...