Alfredo Saez

-…y su alma yace solita. -

 

 Dejó  la tarde de ser melodía sonora

en esa quebrada ruptura del murmullo,

la honda contemplación que enamora

tal si  apenas queda un infante arrullo.

 
Horizonte planicio de la vacua soledad

atemorizador el cielo gris ya no vigente

cuando huye en desbande toda claridad

que la noche se abre amarga, displicente.

 

 Reciente huérfana púber llora y medita

altas penas de viejos castigos en su vida,

dudosos veredictos de un juez invisible .

 
El tobogán a veces prefiere ser subida

como si anularse fuese razón impunible.

Ella donó su cuerpo frío.El alma yace solita.