La música llega tardía
y se troca en llanto,
en el rincón más oscuro de mi casa.
Estos ocasos sublimes
me agobian de ternura
y asfixian lo poco que queda de mí.
Esta suerte
de niño abandonado espera
tu sonrisa amorosa.
La rebeldía
del cielo es aplastante
y ya no hay donde mirar.