Ben-.

Madre-.

Donde hubiera caracolas

enterradas bajo sepulcros

o esa nieve que ausculta

los beneficios del hambre

aquella locura bendita y santa

de llamarte por tu nombre

de radiografiar el instante de las rosas.

Donde hubiera terraplenes desidiosos,

conquistados en base a precipicios onerosos,

de fórmulas abyectas y carpetas llenas

de números todavía más despreciables.

Y la tormenta que cae con especial sordidez

sobre los montes aledaños, catapultando,

a la mesa, cáscaras y huesos

de aceitunas y sus vientres.

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