Aquel otoño,
tan bello y recordado,
atrás quedó.
Y allí quedaron
las hojas de las ramas
como una alfombra.
Era en el bosque,
el centro y el sagrario,
de tanta vida.
Y es que el otoño,
aquel que tanto añoro
me cautivó.
Tras un verano
de abrazos y pasión
fui a tu lado.
Juntos vivimos
auroras y suspiros
en nuevos días.
Y aquellas tardes,
de ocasos, despidiendo
al sol y el mar.
Pero tus besos
de otoño y de inocencia,
no los olvido.
Besos dorados,
en labios, que ofrecían
néctar y flor.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/12/20