Amado mío
Cuando observo la noche
y las estrellas me alumbran
pienso en la sobriedad
de el cielo y la luna.
Tan dulce como el vino
que te llena de gozo
al beberlo y sentirlo
es el amor consumido.
La soledad me acompaña
en esta dolorosa tristeza,
en esta interminable miseria
que me lleva al delirio.
El sonido de tus gemidos
como el interminable océano
sin encontrar un fondo
en este terrible abismo.
El dolor que me ha sorprendido
de un amor no correspondido
que como el fuego se consume
en un sin fin de martirios.
La belleza de ese hombre
y el dolor que me describe
volver a soñarlo otra vez
me condena a ser su mujer.
La homosexualidad de él
es aquella fugaz estrella
que veo en la hoguera
en donde ardo sin reserva.