Quiso el universo perpetuar su bendición entre los hombres,
tocó el espíritu de la mujer para depositar
el deseo ferviente de ser madre,
modificó su ADN permitiendo que su ilusión se manifestara
en una nueva vida hecha carne.
Le compartió la energía cuántica de la oración
para que se hiciera viral sin darle me gusta,
para que sustentara como el aire,
para que fuera la savia de la esperanza,
para que su poder se hiciera más fuerte
al pasar de madre a abuela.
La oración de las madres, de las abuelas,
hace que el huracán se transforme en brisa cálida,
que la ceniza volcánica sea el abono para la simiente,
que el rayo sea el portador del alimento para la tierra,
que el odio, el rencor y la violencia sean la fuerza del perdón y del abrazo,
La oración permanente, poderosa, silenciosa de las madres, de las abuelas,
es la verdadera radiación electromagnética que permite
materializar los sueños de los hijos, de los nietos,
aunque no lo creamos, ni nos demos cuenta.
Hoy tomados de las manos elevamos al universo
una oración de agradecimiento
por las oraciones de nuestras madres, abuelas.
Que nunca nos falten y que su poder crezca.
Fernando