Sin un pelo de pudor se dirige al espectador
con esa mirada provocativa que tiene delito.
Desnuda nada salvaje, su natural flor
que el beneficio ocular obtiene su apetito.
Acostada en diagonal en buena escena,
sale aquí su desnudo de poema erótico,
no pasa inadvertido su mucha carne rellena
de juventud eterna, ningún miedo pictórico.
Las húmedas vistas de búsqueda teórica
que no se encuentra bajo ninguna explicación,
es un código abierto con una cierta óptica,
que sólo el espectador verá su escondida provocación.
No es indigna ni maligna su cuerpo conocido,
que sólo gustará, el verlo como algo añadido.
NACHO REY