Nada de lastre, nada queda.
Han perdido consistencia
los estertores de vidas pasadas,
de añoradas voces
cuando a traición,
sin mi expreso consentimiento,
corrían imparables los ríos de lágrimas
de la tristeza y el sufrimiento.
Hagamos el amor
de cuerpo y mente desnudos,
hasta que nos señale
con su dedo sombreado el crepúsculo.
Esta noche no,
no quiero que aparezca
la entrometida luna,
que tus ojos sean la única luz
mientras me estudian.
Me miras, me mides,
y tapas con tu boca la mía.
Sí, amor, esta noche será
de nuestras vidas,
la más hermosa.
-Carmen Campoamor-