Un sol arribista nos roba el claro oscuro abismal de la noche,
Nos abraza con su calor y mengua la alegre tranquilidad de la somnolencia.
Los soñadores observan la boveda celeste sin pretenciones.
Los trabajadores exigen el hito del tiempo, maltratan la inacción.
La cama me seduce entre el arrebatamiento de mi desden,
Las horas me escupen sus segundo, exigen mi vida.
Pongo de pie mi cuerpo,debil quimera de malos habitos.
Mi espiritu pide a gritos motivos.
Me taladra la timida luz del amenecer,
Me acaricia con contenida rabia el viento.
Las paredes me observan salir, la puerte me dice adios.
No proyecto sombra bajo el sol, de prisa me dirijo a ninguna parte.