Sé que realmente me amaste,
pero, ves, nena, casi nunca intuyo.
Sé que eso debió matarte,
sé que debió haber herido tu orgullo.
Pero el azul era tan azul
y el verde era tan verde.
Yo era tan yo y tú eras tan tú.
Y al final soy yo quien pierde.
Innecesario es hurgar en la herida,
Gracias por todos los bailes.
Tus labios que sabían a despedida,
mis besos que ya son de nadie.