Desde el rincón más oscuro de la impotencia
siento un crujir de campanas
en otro idioma
junto a una orden persuasiva
¿Quién ordena
pregunto y no se escucha
una palabra
pero escucho los resuellos
todos maniatados
envueltos en un vacío atroz
También siento pasos que deambulan
mostrando una severa indiferencia
Vasijas repletas de lágrimas
y una gran montaña de lamentos y hambre
Siento sed, deseos inmensos de lanzarme
a una nueva cruzada
sin importarme la niebla que aúlla
los cajones
en espera de las llamas inquisidoras
que calcinaran su aullido
Qué poder hacer con las voces y los gritos
el auxilio de las almas en penas
Cómo quitarles los grilletes
derribar el cepo
de esta creciente esclavitud
Las raíces se me clavan
el olor a yerba seca
el polvo inconfundible del camino
ladra en mis zapatos.
La mudez me provoca un asco incorregible
metido en los más intensos del dolor
Saber que la paz tan sólo es una palabra
que desvanece a la esperanza
sin apenas intentar un nuevo canto
Por qué el silencio cayendo a borbotones
la virulencia intacta
aguerridos y duendes
tratando de clavarte la píldora
que envían los del más allá
sin importarles el fuego en las pupilas
Demencia y más demencia
socorros desoídos
y la crueldad cortando la respiración
en contubernio con las confusiones más feroces
Han llenado la llanura de arcabuces y espías
se han adueñado de todos los espacios
nadie puede dormir bajo este miedo
Así vamos de una madrugada en otra
con el dolor rítmico
justamente en medio del miocardio
el aroma que respiramos es a cuerpos putrefactos
y el brazo poderoso de la supuesta justicia
dictada
por los de doble cara
doble pecho
y por aquellos que prefieren mantenerse ciegos
Desde el rincón más oscuro de la impotencia
siento un crujir de campanas insatisfechas
mientras la poca lumbre que nos dejaron
va perdiendo lentamente su desvelo.