Rafael Escobar

\"MI CANTO A LA VIDA\"

 

 

El río recorre su largo camino

con aguas serenas que son un cristal

llevando en sus dones de origen divino

la savia que tiene poder sin igual

brindando a los hombres su esencia vital;

el riega amoroso floridos cañales

en cuyas espigas reposan zorzales

cantando a la vida su arpegio triunfal.

 

La agreste montaña cobija en sus lares

leones soberbios de gran parecer

que tienen aspecto que evocan cantares

de hermosos guerreros que saben vencer.

¡Jamás de Natura dejemos perder

su gloria solemne que es nuestro cimiento,

que tiene la flama que guarda el sustento

que cubre la vida de grato placer.

 

Dibuja acuarelas en cada paisaje

del vasto horizonte con sacro esplendor

y son sus pinceles el bello plumaje

que ofrecen las aves con dulce candor;

posee su encanto grandioso fulgor

que tienen las joyas de una emperatriz

reflejan nobleza con regio matiz

que deja en el alma de luz resplandor.

 

Es grande delicia mirar la pradera

que luce tan bella que me hace sentir

que nace en sus prados hermosa quimera

que lleva la gala que invita a vivir.

Su luz policroma parece vestir

de Venus su manto tejido en crepé

el mismo que un día vistió Salomé

bailando su danza color de zafir.

 

Me gusta sentirme que surco los cielos

en medio de nubes con suave vaivén

llevando mis versos cargados de anhelos

que expresan ensueños del alma sostén,

mirando cocuyos que me hacen rehén

con rayos celestes de cándida luz

que envielven la noche con regio trasluz

igual que doncellas de espléndido harén.

 

¡Adoro mi suerte, venero lo bello,

la dulce sonrisa de gran brillantez

que tiene la gracia que porta el destello

que ofrecen las almas de gran candidez.

Adoro en las damas mimosa fluidez 

 que expresa su cuerpo con ansia febril

sintiendo las manos que en forma viril

despiertan volcanes de su morbidez.

 

Por eso mi canto le canto a la vida

por darme la gracia de eterno festín

llevando la tea de amor encendida

con ágiles pasos del buen bailarín,

y cruzo los arcos del fino dintel

que habita la dicha que guarda el pincel

que pinta paisajes de gloria sin fin.

 

Autor: Aníbal Rodríguez.