Hace ya tiempo silencia la tinta
que abriga junto a la flor la madera,
abraza el cántaro llanto de teja
que al oropel roñe a gota infinita.
Yace la mesa con páginas mosaicas,
huérfanas de la mano que las escribe,
del rostro dulcito que las inspira
desde el espacio vacío, que no escribe.
Hoy el viento no contó con rompeolas,
y al filo del descanso de la vida
naufragó el cielo con su ala rota,
durante un esperado derrumbe y huida
que derritió el tiempo y su llama perdida.
Y la tinta calló el rumor, dormida.
Martin Blythe
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