A Carlos Ossa
Tu cabecilla ovalada
Tu quijada
Tu mirada hídrica
Conjugada con el viento
Tu cabello
La plaga de tu pensamiento
Tu sutil amor a los objetos de metal
Tu figura intacta embriagada de poesía
Conjugada con el viento
Figura plasmada en el eco de tu memoria elástica
Una vez no lo recuerdo recogida
Tu anatomía frágil
En un enorme bolso de piedra impenetrable
Pero héte
No tienes más de lo que he dicho
Nada más aparte de tu cuerpo y tus zapatos
Tu cuerpo rígido
Tieso conduciendo tu esqueleto
Hacia el cuarto oscuro
Del frente occidental
A la estación gasolinera
Tus graves palabras de algodón
Devoradas una vez
Por mercenarios de trajes bucólicos
Un atardecer que falleció sin color
En tu memoria como todos los colores juntos
confundida
tu trabajo allá
la poesía sobre tu cuerpo
tu amor
tu violencia
tu camisa y tu ruina de poeta
tu emerger de una choza
con los bolcillos rotos de amor y dulces sacrilegios
tieso siempre, pero vivo y respirante
como una aspiradora
tu estómago repleto hasta el píloro
de aguas turbias
concubino de la tierra
cómo decirte que aún te espero
con los brazos abiertos en cruz
para regalarte una camisa blanca
y un gabán oscuro que haga resaltar tu cuerpo
durante las fiestas invernales
donde todos parecen dioses con gorritos de trapo
y correas ásperas que cubren cinturas de madera
vieja
con un maniquí de nieve
poeta de sal.