Cuantas horas bellas
se fueron muriendo,
en caminos de nieblas,
lentamente fueron sucumbiendo,
en cualquier día, en cualquier esquina.
De aquellos sentimientos,
solo quedó sueños diluidos,
recuerdos algunos momentos,
de ineludible belleza vividos.
El camino se torna gris al anochecer,
en la rama de un pino gime el mochuelo,
yo clamo a la eternidad en mis desvelo
por las ilusiones y por un nuevo renacer.