Elevo mis manos al cielo, y con voz quebrantada
gime mi alma, siento tu presencia, y ante tu presencia
tiembla mi piel, tus ojos llenos de ternura, me hicieron
sentir un gozo, que me sentí en las mismas alturas.
Mis labios pronunciaron tu nombre sagrado, en seguida
se me agitó mi corazón, y en mis torpes palabras, pedí
bendijeras mi amor, pedí también también que él se sintiera
amado, protegido y que nada interrumpiera este amor sagrado.
Pedí, porque este amor, progresara y fuera fuerte cada día.
despidiéndote con un suave e infinito beso te alejaste sin
que yo lo pudiera evitar, no sin antes recordarme, que el
amor es para siempre, y me dijiste que le dijera a todas
las almas, que oráramos por el amor, porque tú nos los
habías regalado, para que lo sintiéramos, para entregarlo
cuidarlo, y no para que en su nombre fuera mutilado,
pisoteado, engañado, humillado, ó que en el peor de los
casos fuera víctima de mentiras, o de bajas pasiones
de rencor u odio, nuestro Dios también me pidió, y te pide
ati también, que oremos, para que nunca muera este sentimiento
que se llama amor, y fue el que Dios nos regaló.