De tus labios,
fortín carnoso,
escapan soldados
armados de seguridad
con municiones de certeza.
Derrumbo con sutileza
aquella prisión secreta;
dejas escapar,
esa expresión,
manantial indetenible
que brota de tu montaña vivencial,
para calmar mi sed existencial.
Una pausa interminable,
envuelta en confusión,
dividió el tiempo.
De tus labios,
mujer,
vestidas con el uniforme impecable
de la verdad,
como volcán incontrolable
que quema tus entrañas
con esa lava sanadora de recuerdos,
dejas fluir,
esas palabras
que arropan amorosamente
mi corazón,
sirio encendido en espera
de tu sentir profundo
que cambia nuestro destino:
\" No había amado \".