Caracoles que despiden
aromas y fluidos, nacidos
de la tierra, que se muere
también un poco, contigo.
De tu mano van crepúsculos,
gallos vespertinos, la suma
de cuanto hay y ha habido.
Cacerolas y pucheros, guantes
de látex, y sufrimientos, esperanzas
y cuerpos no conocidos: habitaciones
por ti y para ti, en silencio.
Reptiles y lagartos, espacios;
y esas sombras que se han cogido
de la mano por miedo.
©