Guillermo Bustamante

Poema de la adolescencia

                                                 A Gonzalo Arango y su

Tristeza Marina

No sé qué hacer con estos actos

Antes que llegue el sueño

Y me obligue a repetirlos.

 

No sé qué hacer con este día

Que al final resulta equivalente

A una tediosa peregrinación de huellas.

 

No entiendo cómo

Ahora como siempre

Uno vuelve al aluvión de sus huesos

A hurgar sobre un tejido saturado de

recuerdos

lanzado siempre sobre instantes recorridos

como si en verdad desconociéramos hacer

algo distinto.

 

No sé porqué

Me suceden estos cronómetros de vida

Y me pregunto cuándo o de dónde

Cómo llegué a estos monumentos cada vez

 

Más duros

Y me siento desdoblado en las mismas esferas de ayer

Rechazado por mi propio cuerpo.

 

Estoy ausente de entender

Cómo un periódico acepta sólo las imprentas

Y no existe un lenguaje pasajero

Un lenguaje que torne su piel cada secuencia

Un lenguaje de acercamiento entre el primero y el

                                                          Ultimo suceso

Una palabra para que nazcan y nazcan

Y nazcan nuevos objetos.

 

Desconozco qué vendría a reemplazar

Si acaso sucediera

A estos rostros siempre quietos

A las sonrisas publicitarias

Al protocolo de primera instancia

 

Qué ocurriría si mañana

Un hotel fuera una iglesia

Y un camión un elefante

Si se acabara el sol y apareciera el mar

sobre el sombrero

 

 

todo al revés casas sobre cosas

Cosas sobre sacos

Lejos los ojos

Tibio el hueso

Y ancha la sonrisa

 

Pero qué humano sería ver al mundo

Bebiendo nueva sabia cada día.

 

Ver a este mundo cansado de tiempo

Respirando el aire que disfrutan los uranios

U ocupando el sitio que dejan

Los ovarios del día sobre el rostro de los libros.