A Gonzalo Arango y su
Tristeza Marina
No sé qué hacer con estos actos
Antes que llegue el sueño
Y me obligue a repetirlos.
No sé qué hacer con este día
Que al final resulta equivalente
A una tediosa peregrinación de huellas.
No entiendo cómo
Ahora como siempre
Uno vuelve al aluvión de sus huesos
A hurgar sobre un tejido saturado de
recuerdos
lanzado siempre sobre instantes recorridos
como si en verdad desconociéramos hacer
algo distinto.
No sé porqué
Me suceden estos cronómetros de vida
Y me pregunto cuándo o de dónde
Cómo llegué a estos monumentos cada vez
Más duros
Y me siento desdoblado en las mismas esferas de ayer
Rechazado por mi propio cuerpo.
Estoy ausente de entender
Cómo un periódico acepta sólo las imprentas
Y no existe un lenguaje pasajero
Un lenguaje que torne su piel cada secuencia
Un lenguaje de acercamiento entre el primero y el
Ultimo suceso
Una palabra para que nazcan y nazcan
Y nazcan nuevos objetos.
Desconozco qué vendría a reemplazar
Si acaso sucediera
A estos rostros siempre quietos
A las sonrisas publicitarias
Al protocolo de primera instancia
Qué ocurriría si mañana
Un hotel fuera una iglesia
Y un camión un elefante
Si se acabara el sol y apareciera el mar
sobre el sombrero
todo al revés casas sobre cosas
Cosas sobre sacos
Lejos los ojos
Tibio el hueso
Y ancha la sonrisa
Pero qué humano sería ver al mundo
Bebiendo nueva sabia cada día.
Ver a este mundo cansado de tiempo
Respirando el aire que disfrutan los uranios
U ocupando el sitio que dejan
Los ovarios del día sobre el rostro de los libros.