Y ahí en el patio bajo la glorieta
me miro las manos con arrugas viejas,
las pongo en mi falda, el pelo peinado
pesa en la cabeza sin tener razón,
y veo tus ojos color de esmeralda
que tienen vergüenza de mostrar tu amor.
Y ahí de repente sin pensar en mucho
devuelvo miradas con mucho placer
cuando las caricias que se añoran tanto
casi sin sorpresa se podrían ver.
Y ahí sin quererlo pienso que te quiero
con toda mi alma a pesar de mí,
con toda mi carne, mis labios, mi anhelo,
mi vida completa que me hace reír.
Y ahí sobre el pucho nada se corrige
se empieza de nuevo una y otra vez
porque en la locura de quererte tanto
casi que me olvido de tanta vejez.