Buen viaje Estela
Ayer, cuando te pregunté cómo estabas, me dijiste:
-Un poco mejor. Gracias. Un abrazo-
Ante tu escueta respuesta, no te dije mi intención de llamarte, para poder verte un ratito. Sentí que podía perjudicarte el esfuerzo de hablar, y también quise evitarnos las lágrimas al decirnos, como tantas veces, nuestras ganas de que pase todo esto, para poder darnos esos abrazos intensos, que sucedían cada vez que te iba a visitar. Llanto que agradecías poder soltar conmigo y yo agradecía que me permitieras acompañar. También abrazos intensos cuando me iba, después de compartir un par de días en tu casa, que sentía como mía, porque vos hacías que se sintiera así.
Quedan impresas en mi alma nuestras interminables mateadas y charlas nocturnas, que duraban hasta casi el amanecer. Charlas que, como si fuera poco, continuaban durante el día.
Siempre entre nosotras la puerta y el corazón abiertos.
Hoy, llanto incontrolable, con el que me permití lamentar tu partida.
Sé dónde estás, sé que estás muy bien, sé que estás...
De pronto, la necesidad de sentir que te quedabas acá, y en tu honor escuché al Nano, como cuando lo hacíamos en tu casa. Busqué una foto juntas, para ponerla en la pantalla de mi computadora y, al hacerlo, gracias al calendario, me di cuenta de que emprendiste tu camino ascendiendo de Su Mano. Sentí mucha paz.
Sé dónde estás, sé que estás muy bien, sé que estás cerca.
Volveremos a encontrarnos. Hasta luego querida Amiga!!
Miriam Venezia
18/05/2021