Despiadada esta vida
al ponerse vieja,
de sentir los años,
de escuchar las quejas
que te hacen los huesos,
las espalda, la pena
de músculos flojos
que se ven de afuera
como si de pronto
todo se condena
a la triste suerte
de la gravedad
y el sueño querido
de quererte más.
Despiadadas rutinas
que tenés que hacer
todas las mañanas,
las tardes de ayer,
las que todavía
habrán de nacer
y entre las sonrisas
de algún bebe nuevo
toda la alegría
de verlo crecer
te hacen olvidar
las cosas que un día
serán para siempre
todas despiadadas
casi sin pensar.