La media luz de la tarde ilumina todavía
un escenario de un crepúsculo
antes de bajar el telón de la oscuridad;
el sol se retira y hace su caravana final,
las huellas de carmesí de su salida,
retazos de una magnificencia celestial,
desliza en un horizonte desdibujado
Con impaciencia la noche espera su entrada,
mientras el cielo vírgen se cambia su vestido
por un manto índigo de reflejos trémulos,
un soliloquio de breve duración,
repetido antes del primer rubor del alba
Ni siquiera los sonidos al caer unas lágrimas,
o de un corazón que se acaba de quebrar,
podrían interrumpir el silencio catedrático
de la mágica actuación de la hora azul
David Arthur ®©
La foto propia