Deseándolo hasta los huesos, le sonríe mientras hace algún comentario tonto sobre algo que no recuerda bien.
Fue una agridulce sorpresa al verlo después de tanto tiempo parado en su puerta, con la excusa de que solo pasaba cerca de su cuadra.
Tantas noches en vela, tantas noches con su nombre entres sus labios y su corazón extasiado de tanto llorar y verlo ahora ahí sentado frente a ella, la hace sentir confundida.
EL, solo sigue hablando como si fueran amigos frecuentes, hablando sobre el clima y de política, mientras que ella lo desnuda con la mirada, saboreando cada parte de su presencia.
En su mente ya han subido al cielo y regresado una y otra vez. Hasta que llega la hora de la despedida y el solo levanta su mano y se va.